-Toma linda, aún nos quedan unas cuantas horas por delante. -me dijo de repente un simpático hombrecillo, ofreciéndome sus enormes y machacados guantes de trabajo.
Eran sobre las 6 de la mañana en Aranjuez. Madrid. Hacía un frío aterrador, un poco disipado por las innumerables capas de ropa de época que vestía, y calzada además con unos zapatos de tacón que me desequilibraban sobre el suelo húmedo y empedrado.
Era el rodaje de Goya’s Ghosts, un más bien discreto estreno en la filmografía del talentoso director Milos Forman. Me emocionaba mucho la idea de compartir el mismo espacio vital que él, que el gran Stellan Skarsgard, y que la pequeña pero enorme Natalie Portman.

Pero ¡qué frío hacía! Intentaba calentar mis manos con mi propio vaho, pero no había manera. Entonces apareció el simpático hombrecillo y me cedió sus guantes. En esa época yo aún no había descubierto a qué se dedica un «eléctrico» en el Cine. Me sonaba a «complejo de Electra» (¡uf!). Pero cuando más tarde descubrí que aquel hombre había tenido que mover y colocar los intensos focos sin su protección habitual ¡para que yo, una desconocida entre cientos, no pasara frío!, me sentí como la bruja más malvada del reino.
Ahora creo que, si dios existe, debe ser un Eléctrico.
La escena que se rodó todo ese día finalmente fue eliminada en la sala de montaje. Quizás nadie en todo el equipo se percató a priori de que las lentes de las cámaras estaban llenas de vaho.
Quizás todo fue demasiado frío, excepto el dueño de aquellos enormes guantes amarillos.
Maraya Medina Roque
(El rodaje fue en 2005, el texto lo escribí en octubre de 2012) 🙂